La experiencia de formar parte de un todo es una dimensión a la que podemos acceder cuando logramos el nivel más profundo de nosotros mismos; cuando captamos el otro lado de las cosas y nos hacemos sensibles a la complejidad y a la armonía del universo.
Esto no es fácil puesto que en la nuestra sociedad todo nos invita a vivir bajo la ley del mínimo esfuerzo y superficialmente, en detrimento de la disciplina personal.
Meditar sentados, quietos y en silencio, practicar la plena conciencia, observando cada paso de la vida, es un método para poder hacer un proceso de crecimiento interior que comporta una mejora de la salud mental, física y espiritual, que en muchos casos supondrá aliviar o incluso eliminar desórdenes psicosomáticos.
— Texto basado en las palabras del hermano Eladi.
? imagen: @parrafoto, adaptació